Como sabrás, hay una gran variedad de tipos de copas de vino para disfrutar de esta bebida. Diferentes tamaños y formas que se adaptan a las particularidades de cada tipo de vino. No es necesario que dispongas de una extensa colección de cristalería, simplemente que sepas los tipos de copas de vino más comunes, su forma, y los diferentes elementos que modifican nuestra experiencia al degustar un vino. Si te interesa este tema, no te pierdas el post de Suárez Toro, tu distribuidor de bebidas en el Condado de Huelva.
Y es que, cada diseño está pensado para mejorar la degustación de tipos de vino muy concretos, en función del lugar o del proceso de elaboración, de la variedad de uva predominante, etc.
El cuerpo o cáliz de la copa es el elemento más importante, ya que es el recipiente que contiene el vino y cuenta, a su vez, con dos partes bien diferenciadas: la base y el cuello.
La base de la copa es donde quedará el vino una vez servido y el cuello, el espacio por donde circulan los aromas que emanan del vino hasta nuestra nariz y boca.
Una base ancha y extensa permitirá un mayor contacto del vino con el aire, permitiendo una mayor oxigenación, muy apropiado para vinos con cierta crianza, con estancias en madera, y que presentan matices aromáticos más complejos y delicados. Son vinos que necesitan una cierta evolución en la copa, por lo que hay que hacer movimientos circulares para que se oxigene y afloren los aromas secundarios y terciarios del vino.
En cambio, una base de cuerpo estrecha será más apropiada para evitar una oxigenación excesiva, algo ideal para vinos más frescos y aromáticos, en los que los aromas primarios son más explosivos, como los vinos tintos jóvenes, los rosados o los blancos sin crianza.
Por su parte, el cuello de la copa, concentra más o menos los aromas del vino a medida que estos ascienden por el aire hasta la nariz. Los vinos más complejos y estructurados verán potenciados sus aromas en copas de cuellos más estrechos.
Para vinos en los que la concentración excesiva del aroma pueda ser demasiado saturada, es mejor elegir copas de cuello más ancho, para que el primer golpe aromático sea más directo y se conserve todo el frescor. Esto será especialmente indicado para vinos afrutados, jóvenes, ácidos y frescos.
Tipos de copas para los diferentes vinos
De manera general, con estos cuatro tipos de copas que te mostramos será suficiente para disfrutar de casi cualquier tipo de vino.
Copa de vino tinto
Las copas más apropiadas son las de tipo Borgoña y las de tipo Burdeos, es decir, copas grandes, con bases de cuerpo redondas que permiten que el vino gire correctamente en su interior y que facilitan la oxigenación.
La de tipo Borgoña tiene la base algo más abultada y el cuello más cerrado, permitiendo así la evolución y la concentración de aromas. Es una copa perfecta para la variedad pinot Poir y vinos envejecidos de Rioja, Ribera, de Toro o del Bierzo.
En cambio, el modelo Burdeos, es el tipo de copa más común, algo más estilizada, con boca más ancha, que permite que el vino se reparta desde el centro de la boca, minimizando el amargor de los taninos del vino. Está indicada para degustar tintos jóvenes y crianza y también vinos blancos secos y blancos con crianza.
Copa de vino blanco
Para el vino blanco, podemos usar una copa parecida a la Burdeos, pero con un tamaño algo menor en el cuerpo y un tallo más prolongado. La boca de la copa suele ser también más abierta, con lo que se potencia el dulzor en el caso de los vinos blancos más frescos. El tamaño del cuerpo menor permite la oxigenación y ayuda a que conserven la baja temperatura. Este tipo de copas es perfecta para servir vinos blancos de todo tipo, vinos rosados y algunos tintos jóvenes y afrutados que deban servirse frescos.
Copa para vinos espumosos
Los vinos espumosos se sirven, por lo general, en copas de tipo flauta. Como sabrás, son copas alargadas, muy estilizadas y estrechas, con tallos también largos y finos.
Estos vinos se sirven fríos y la forma de la copa evita la subida de la temperatura del vino. Además, también por este motivo, el cristal es algo más grueso que los anteriores. Gracias a su forma, se puede observar perfectamente la formación y la subida de las burbujas del vino a la superficie, así como que se potencie el frescor de estos vinos a cada sorbo. Este tipo de copas es la más utilizada para servir cavas, champanes y todo tipo de vinos espumosos.
Copa para vinos especiales
Con los tres anteriores tipos de copa podríamos disfrutar perfectamente de la mayoría de los vinos más comunes, pero vamos a añadir un cuarto, la copa de Jerez, parecida a la copa para vinos espumosos, pero de menor tamaño y de tallo más corto. También podría servirnos una copa de Oporto, algo más ancha y con la boca más cerrada.
Este tipo de copa es ideal para vinos dulces, olorosos, amontillados, Pedro Ximénez, etc. Vinos muy aromáticos, dulces, de alto contenido alcohólico y que se sirven normalmente fríos